26.4.10

Laberintos mortales

Ensayo sobre "La muerte y la brújula de Borges"
Este ensayo lo realicé para la clase de guión. Lo incluí porque me pareció un excelente cuento de Borges, que aunque no leímos en clase, pero sí hablamos sobre el autor.

Los enigmas, las coincidencias (¿o el destino?), las simetría y la venganza son los ingredientes principales del cuento de Borges. Los anteriores son temas de profundo interés humano que tienen que ver con nuestro constante cuestionamiento sobre el origen de la vida misma. ¿Existe Dios, existe el tiempo? ¿Cómo puede ser que se repitan dos eventos, si al repetirse dejan de ser únicos y por tanto se vuelven elípticos y por tanto atemporales?

La curiosidad por solucionar el misterio fue lo que llevó a Lönrot a entrar en un laberinto. Creía poder resolverlo, ganarle al autor y que aquello le daría la gloria; pero el ganar la partida llevaba implícita su derrota. El descubrimiento de la verdad lo llevó a la muerte.

**La lectura del párrafo siguiente puede ser omitida si recuerda la trama del cuento.**

Relataré brevemente el texto al que me refiero. Un judío es asesinado en su hotel. Treviranus, el asistente de Lönrot, cree que es casualidad. El detective prefiere pensar que hay un justificante más interesante y se apoya en la última frase que escribió el muerto “La primera letra del Nombre ha sido articulada.” Lönrot decide llevarse todos los libros del occiso para buscar pistas. Días después lo entrevista un periodista el cual reporta que el detective estudiaba los nombres de Dios para dar con el nombre del asesino. Exactamente un mes después ocurre otro asesinato. Deja detrás de sí la leyenda de que la segunda letra ha sido articulada. Un tercer evento similar ocurre. Finalmente, le llega una carta diciendo que no habrán más asesinatos. Para este entonces, Lönrot sospecha que habrá un cuarto pues el nombre secreto de Dios tiene cuatro y que además los asesinatos han ocurrido los días cuatro de cada mes y no el tercero puesto que dentro de la cosmovisión hebrea los días comienzan al ocaso. Llega al lugar donde él predice que habrá un asesinato, una desolada propiedad simétrica, y se da cuenta de que Scharlach estuvo tejiendo un laberinto para atrapar y asesinar al detective. La curiosidad mató al gatito de Lönrot.

Considero que una de las maravillas de la vida es que podemos planear todo lo que queramos, sin embargo, no sabremos el resultado hasta que estemos ahí, puede ser tal cual lo previmos o totalmente inesperado. Borges basó su cuento en eso.

Una noción que considero interesante es que el Dios todopoderoso en esta historia, no es aquella imaginaria figura barbuda que vive en los cielos. No, en la muerte y la brújula, Dios tiene un nombre distinto y se llama Scharlach. Él lo conoce todo, lo puede todo y está en todo. Sabe quién supuestamente asesinó a las tres víctimas y traza el destino de Lönrot; planea su muerte y se la otorga. Todo fue tan bien realizado que podría repetirse mil veces. A pesar del reproche de Lönrot, quien dice que al laberinto le sobran tres líneas, su plan de vengarse se realiza.

La gran maestría de Borges aquí es que no sólo cuenta dos historias a la vez, sino que están completamente a la vista todo el tiempo. Borges revela el final al inicio del texto, mas no lo comprendemos porque no tenemos las herramientas necesarias para hacerlo. No lo intuimos porque no estamos familiarizados con los personajes. Al releerlo todo es muy claro. Es la percepción la que nos impide no reconocer la verdadera historia (una de venganza, con una anécdota secundaria sobre un misterio) sino hasta el desenlace. Además el relato secundario está lleno de predicciones que sí se cumplen, que habrá más asesinatos, etc., pero este colisiona ante un final imprevisto que cambia el sentido entero del mismo.

Por lo tanto, podríamos decir que todo tiene su doble y opuesta correspondencia. Por ejemplo, Lönrot busca el enigma y la complejidad, Treviranus se va por lo práctico y obvio. Un par con opuesta correspondencia. Scharlach, un pistolero, es contrario a la figura del detective, sin embargo coincide ante el amor por la complejidad. Bien pudo asesinarlo de una manera más brusca y directa pero en tres años no pudo lograrlo y entonces esperó pacientemente tres meses para guiarlo hacia él. Tres fueron los asesinatos, cometidos en el día tres cristiano y son tres los personajes principales.

Borges nació y creció en un contexto sociocultural donde predomina el cristianismo y no el judaísmo. La divinidad en el cristianismo viene en triada: padre, hijo y espíritu santo. Pero dentro del judaísmo Dios contiene cuatro letras. Es por eso que es más congruente que las triadas sean más constantes. Inclusive si hacemos un análisis semiótico, el tres representa peligro e inestabilidad, es un número impar. Finalmente, según Ricardo Piglia, el tres representa al espíritu y el cuatro a la materia. Por lo tanto, se justifica por tercera vez la congruencia y pertinencia del número tres.

Borges al final le otorga a Scharlach y Lönrot un par de frases inquietantes: “Scharlach, cuando en otro avatar usted me dé caza, finja (o cometa) un crimen en A, luego un segundo crimen en B, en 8 kilómetros de A, luego un tercer crimen en C, a 4 kilómetros de A y de B, a mitad de camino entre los dos. Aguárdeme después en D, a 2 kilómetros de A y de C, de nuevo a mitad de camino. Máteme en D, como ahora va a matarme en Triste-le-Roy.
-Para la otra vez que lo mate —replicó Scharlach—, le prometo ese laberinto, que consta de una sola línea recta y que es indivisible, incesante.” Para mi, aquí refuerza la cíclica fatalidad. No sólo implica que aunque estén en otros cuerpos se volverá a repetir la historia, sino que a pesar de que cambie el camino, finalmente llegarán a Roma. Es por eso que Scharlach es como Dios, siempre imponiendo el destino a Lönrot, quien es una representación del ser humano, curioso y ávido de encontrar la verdad.


Comentario final:
Intenté buscar una cuarta razón por la cual el uso de las triadas sería más congruente que el uso de un cuarteto. No la encontré. Curiosamente este ensayo consta de tres páginas. Imagino que Borges tenía razón sí existe una extraña sincronicidad de eventos.

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