Dignificación de la prostitución

La prostitutición es un problema grave en el mundo, y por supuesto en México también. En Holanda, antes de regularizarse, la prostitución representaba un 5% de la economía; desde entonces ha aumentado en un 15 por ciento. Ahora buscan abolirla.

“Dignificar la prostitución y hacerla lícita como cualquier otro oficio”, proponían en nuestra antigüa legislatura. ¿Cómo puede dignificarse el hecho de que una persona tenga que poner precio a su cuerpo e intimidad? Además, existe una gran problemática con los menores que son forzados a venderse.

En el área de La Merced, lugar considerado el más grande prostíbulo de América Latina, se prostituyen alrededor de 3 mil 500 personas; de las cuales, 300 son niñas de entre 13 y 17 años. Al contrario de la creencia general, la mayoría no está ahí por elección, sino por que la pobreza no les dio alternativa.

Inclusive, debido a la crisis, muchas chicas de clase media entran al negocio de la prostitución por necesidad. Fernanda comenzó a prostituirse cuando su padre murió y su familia entró en bancarrota. Era una chica de 17 años con amistades, ropa, lenguaje y auto de clase media, pero no tenía ni para comer. Dando clases de spinning una mujer, cuyo cuerpo envidiaba, le confesó su profesión y la invitó a anunciarse por internet. Fue así como comenzó su vida como escort.

Por otro lado, está el caso de la mayoría de las niñas y niños, llegan de comunidades buscando una mejor vida y cayeron en manos de explotadores sexuales; otros tantos fueron traídos de proviencia por “gente rica de la ciudad” que les prometen dinero y felicidad, y finalmente algunos más trabajan ahí por que fueron vendidos por sus familiares. Algunos padres entregan a sus hijos por menos de mil pesos.

Al llegar y descubrir que para tener dinero tienen que acostarse hasta con diez hombres cada día, muchas muchachas prefieren regresarse. Difícilmente logran irse. Sea por que son asesinadas por clientes o inclusive por sus mismos “cuidadores”; porque se enfermaron de hepatitis, sida, etc.; o por que las amenazan de que si se van, no les darán a sus hijos o los matarán. También, los “padrotes” suelen embarazar a las niñas y así aseguran que ya no se puedan ir, por miedo a no poder sustentar a su hijo.

Dependencia emocional

El problema es que muchos de estos niños no reconocen que están siendo explotados, sobre todo cuando son más chicos. La directora de Vinculación y Desarrollo de la organización civil Tech Palewi, Anagladys Vargas, explicó que las jóvenes tienen la autoestima destruida, sienten que no pueden hacer nada por cambiar su situación y por lo tanto lo aceptan como una realidad inalterable. A esto se le llama Síndrome de Indefención Aprendida. Es un shock reconocer que fueron víctimas de abuso por parte de las personas en quienes ellas confiaron. A raíz de esto, les cuesta mucho trabajo poder relacionarse nuevamente con las personas.

En realidad, la despenalización y regularización de la prostitución no erradicará los problemas. Existen otras opciones. En países como Italia o Filipinas se aprovaron leyes que otorgan educación y financiamiento para que las mujeres puedan tener una alternativa para salir de la prostitución.

Con información de El Universal y La Crónica de Hoy.